Por
Andrés Felipe Marín Quintero
“Buenos días damas y caballeros, esta mañana vengo a
ofrecerles estos ricos y deliciosos dulces, los cuales tienen un precio de 200
pesos la unidad. Para su mayor economía lleve los 3 en 500 pesos. Muchas
gracias por su colaboración”. Esta frase es célebre en el vocabulario de los
vendedores que se montan a los buses buscando la manera de conseguir algo para
el sustento diario.
Pero
no solo los que tienen para ofrecer algo son los que se la rebuscan en el
transporte público. También acuden a esto artistas y personas con capacidades
en el canto. Aunque mucha gente no considere lo anterior como un “trabajo”, en
verdad sí lo es, aunque sea de un toque informal.
En
un país donde las diferencias entre los ricos y pobres son tan demarcadas y el
empleo es difícil de conseguir, la opción de montarse a los buses a vender algo
o pedir cualquier moneda parece la mejor manera para su sustento, aunque a
veces solo alcanza para comprar algo de comer en el día.
En
promedio, día por medio que utilizó el transporte público me encuentro con que
en algún sitio del recorrido del bus de Sabaneta que tomo para ir a la universidad
lo aborda alguien, ya sea demostrando sus dotes artísticas u ofreciendo algo de
comer como gomitas, mentas,
chocolatinas y otros dulces.
No
le veo ningún problema a esto ni mucho menos brindar una parte de mi tiempo
para escucharlos y en muchos casos comprar y dar alguna moneda para ayudar,
aunque sea un poco, a que estas personas obtengan algo para otro día de vida.
Pero
otras personas que también abordan el bus (no todas), miran con cierto
prejuicio esta labor hasta el punto que no falta el o la que ignora totalmente a
los que ofrecen algo o son totalmente groseros.
Como
dicen por ahí “cada quien con su vida”, pero tampoco hasta llegar al límite del
irrespeto. La mayoría de personas busca lo necesario para vivir diariamente en
todo tipo de empleos y aunque los que se montan a los buses no poseen un
contrato o lo demás que contiene un trabajo formal, esta labor también se puede
considerar un oficio.
Sin
embargo, algunos que se disponen ofreciendo algo en los buses también manejan
cierto irrespeto o no cordialidad con los clientes del momento. Cuando alguien
no quiere comprarles y/o recibirles lo que venden, hacen gestos de rabia o
incluso responden de manera no adecuada.
Para
que todo mejore, aunque sea un poco en esta sociedad actual, llena de problemas
y que el respeto a los demás no se pierda, lo mínimo que podemos hacer es
dedicar un poco de nuestro tiempo a escuchar y responder de una manera adecuada
frente a lo que se nos ofrezca por los vendedores de buses. Y si no lo
queremos, de igual forma agradecer por el servicio, sin ser prepotentes ni
ignorar. Por parte de los que piden algo, ser respetuosos y abiertos a que no
siempre se encontrarán personas con posibilidades de ayudar, por lo que se debe
ser paciente y neutral.
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