Altos de la Torre, una realidad ajena a la ciudad


Por Jorge A. Londoño Mejía

En la ciudad cada día son más evidentes los proyectos de transformación y desarrollo en busca de una “Medellín imparable”. Paradójicamente, existen algunos sectores donde este desarrollo no se ha dado.

Prueba de lo anterior es el barrio 13 de Noviembre, sector Altos de la Torre, en la Comuna Ocho, de Medellín. Este apartado lugar de la ciudad, conocido comúnmente como parte de la periferia, es donde habitan las personas desplazadas y víctimas del conflicto armado. Este sector se destaca por condiciones de extrema pobreza y falta de inclusión social.

La mayoría de personas de este barrio trabajan como vendedores ambulantes, celadores, recicladores, en servicios domésticos o pidiendo comida y ropa en barrios vecinos. Algunas de las familias que allí habitan cuentan con menos de un salario mínimo para sostener a sus numerosos miembros.

La asistencia del Estado en este sector es casi nula y, como tal, la fuerza pública no hace presencia.

Las fotografías de este reportaje hacen referencia a las labores que está adelantando la Fundación Un Techo para mi País Colombia con una de las poblaciones más vulnerables de la ciudad.

Los voluntarios de la fundación, que tiene como fin la transformación del mundo para erradicar la pobreza, se reúnen cada semana para adelantar labores de asignación, construcción y acompañamiento de las viviendas.

Este oficio consiste en tres procesos: el primero es el de asignación de viviendas, para el cual se realizan tres encuestas diferentes y con estas se da prioridad a las familias; el segundo es la construcción de la vivienda; y el tercero el acompañamiento a los beneficiarios de la fundación.

Según  afirmó Pedro Passerini, argentino de nacimiento, voluntario en su país y actual representante de la fundación en Medellín, se necesitan “voluntarios comprometidos con la causa y dispuestos a ayudar a quienes más lo necesitan”.

Y tú, ¿te sumarías a la causa?


En la foto, Juan Carlos Rueda. Este oficio requiere dedicación y ganas de ayudar.




Cumplir este sueño necesita de muchos voluntarios.



Juan Carlos Rueda, Fabricio Moreno y Mauricio Betancur: el trabajo en equipo hace de esta fundación una realidad.



Dos líderes, un solo equipo y un hogar transformado.



Alexander: “Este trabajo es de precisión”.



Este oficio es para valientes: tres días durmiendo en el piso y la mejor paga de todas, una familia feliz.



El último pilote de cada casa es firmado por cada uno de los voluntarios.



 Tatiana Guerrero: el apoyo a las familias hace parte de este trabajo. 


Diego Collazos, voluntario que sueña con la reconstrucción del barrio.


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