El oficio de no hablar


Por Carolina Agudelo Malaver

No es un mendigo ni un rebuscador común, es un artista de la calle. Este artista de la pantomima se hace llamar “Mascaritas”, pero su verdadero nombre es Joaquín Montería.

Es juglar de la calle que nos embruja con la misma fuerza con la que los soñadores de todas las épocas, países y cultas han logrado encantar a sus contemporáneos.

Por fortuna todavía existen personas que son capaces de apostar su vida y arriesgarse por cumplir un sueño, logrando vivir de la exaltación de las cosas bellas que valen la pena en la vida.

Este hombre refleja amor y gusto por lo que hace. El empeño que pone, su buena energía y disposición con la gente dan a conocer mucho más acerca de la persona detrás de la máscara del mimo.




El mejor recuerdo que tiene es haber conocido a su mujer.




Observarlo mientras trabaja es muy entretenido. Joaquín es una persona llena de vida, es muy alegre y amable con todos, incluso con los que lo rechazan cuando está tratando de buscarles el lado para hacerlos reír.



Mascaritas es la prueba viviente de que todo en la vida es de actitud. “Se nace poeta como se nace garetas”, dice.


Su oficio es algo que lo motiva para salir adelante, ya que lo divierte y lo impulsa a soñar. 





Joaquín considera que el dinero que obtiene es suficiente recompensa y con una sonrisa dice: “Me va bien”.


Para muchos personajes como este, el solo amor al arte basta para convertirse en un artista.
En una sociedad carente de oportunidades, el solo salir de la miseria y encontrar un oficio digno es satisfactorio.









0 comentarios:

Publicar un comentario